¡Cuentos y más cuentos!

En esta página escontrarás cuentos muy divertidos de diferentes páginas web.  Debajo de cada uno encontrarás la página de donde procede para que la visites y disfutes los demás cuentos que allí encontrarás. 1.¡No, No Fui Yo!  
2.
La palabra perdida



Cuentos Interactivos

3.

Libros interactivos

¡Escoge el libro que desees leer! Asegúrate de tocar con el "ratón" cualquier parte de la página.



4.

El Elefante Encadenado


Recuentos para Demián

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal…pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente:

¿Qué lo mantiene entonces?

Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.

Hice entonces la pregunta obvia:

-Si está amaestrado, por qué lo encadenan?

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca…y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.

Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.

La estaca era ciertamente muy fuerte para él.

Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…

Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree, pobre, que NO PUEDE.

Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.

Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.

Jamás…jamás…intentó poner a prueba su fuerza otra vez…

Jorge Bucay

5. Anasesem (cuentos caribeños)



6. Las cotorras piden consejo
Wilson Gonzalez-Espada



-- “Don Iguana, gracias por reunirse con los miembros de la Asociación de Cotorras Casi-Extintas. Como usted sabe, la misión de este grupo es buscar maneras de aumentar la población de cotorras puertorriqueñas para preservar nuestra especie,” dijo la cotorra líder al visitante. “Espero que, como una nueva especie en la Isla, nos pueda dar sugerencias para ser tan exitosos como ustedes y sus primas.”

-- Don Iguana respondió: “Creo que le consultan a la especie perfecta. En los últimos 30 años nos hemos acostumbrado al calorcito de Puerto Rico y su medioambiente. Actualmente viven millones de iguanas aquí, pero yo no estoy seguro de que ese número sea 100% correcto porque yo no se contar.”

-- “Su historia de superación es admirable. Nosotras las cotorras boricuas éramos casi un millón cuando Cristóbal Colón descubrió a Puerto Rico. Actualmente yo creo que hay más piojos en la cabeza de un calvo que cotorras silvestres. Lo último que supe es que habían como 30 cotorras en el Bosque de Río Abajo en Utuado y otras 30 en el Bosque del Yunque. Hay como 200 cotorras en cautiverio para protegerlas, aunque me pregunto si vivir sin libertad es vivir a plenitud.”

-- “Pero por lo menos los cientificos del Servicio de Pesca y Vida Silvestre están ayudando a las ‘Amazona vittata vittata’,” dijo otra cotorra del grupo.

-- “¿Las qué?” dijo Don Iguana.

-- “‘Amazona vittata vittata’ es el nombre científico de la cotorra puertorriqueña,” la cotorra líder aclaró.

-- “Ves, ahí está el primer problema de las cotorras. Ese nombre es confuso y los boricuas a lo mejor no se identifican con él. Nosotras las iguanas tenemos el nombre científico ‘Iguana iguana’. Es super fácil de recordar y la gente inmediatamente sabe que somos iguanas. No me lo tomen a mal, pero ese nombre suena a ‘batata batata’ y ustedes no son ni ingredientes de sancocho ni militan partidos políticos.”

-- “¡Pero ese es nuestro nombre científico!”

-- “Y la gente no lo va a recordar. Hasta el coquí, la reina mora y el pájaro comeñame tienen ‘portoricensis’ en su nombre científico. Deben llamarse algo así como “Cotorris nacionalis boricuasis”. Mi latín es peor que mi aritmética, pero esa es la idea.”

-- “OK, vamos a considerar su sugerencia. Pasemos a otro punto. Nosotras las cotorras anidamos en los agujeros que se forman en los árboles de palo colorado (Ternstroemia luquillensis) o tabonuco (Dacryodes excelsa). Otros árboles no nos gustan mucho para anidar. ¿Qué nos aconseja?”

-- “Me parece que ustedes son muy exclusivas con sus casas. Deben tratar de anidar en otros lugares, otros árboles, traten algo nuevo. Si lo más que hay por ahí son árboles, ¿por qué limitarse a sólo dos especies? Nosotras las iguanas vivimos en los arboles que aparezcan, en los patios de las casas, y en las hierbas altas cerca de los ríos. Tampoco es que exageren, como una prima que se creía de la alta sociedad. Se puso a vivir cerca de Plaza Las Américas y la encontraron electrocutada y humeante, parecía pincho de guacamole.”

-- “¡Qué terrible! ... Ya no quiero hablar de iguanas electrificadas. Otro tema que sí quería consultarle es nuestra dieta. Aunque las cotorras boricuas comemos otras frutas, nos encanta la fruta de la palma de sierra (Prestoea montana). ¿Debemos variar nuestra dieta?"

-- “Definitivamente. Las iguanas son un ejemplo perfecto. Somos exitosas porque comemos lo que aparezca, mayormente frutas, hojas y vegetales. Pero si vemos un huevo, un saltamonte ruidoso o una lapa distraída, también van pa’l plato.”

-- “¿Y qué tal los enemigos naturales? ¿Que hacemos con los guaraguaos que nos cazan al vuelo o que nos atacan en nuestros nidos? Hemos tenido problemas hasta con las abejas y las ratas...”

-- “Ustedes las cotorras deben conseguirse un disfraz imponente, algo que asuste. Mírame a mí, con escamas, cara de suegra enojada, picos en el cuerpo, garras filosas, dientes puntiagudos como alfiler y una cola que ataca como látigo. ¡Las muchachas y las doñas nos tienen pánico! Ustedes se ven lindas y delicadas, con razón las cogen de mangó bajito.”

-- “OK, estoy tomando nota,” comentó la cotorra líder. “Su opinión de verdad que nos va a ayudar a preservar la especie. Oiga, este próximo tema es un poco caliente, espero que no le moleste. Es sobre la reproducción.”

-- “Dale pa’lante, que yo soy una iguana adulta,” respondió Don Iguana.

-- “Bueno, no se si sabe pero las cotorras puertorriqueñas ponemos 2-4 huevitos al año. La idea es tener pocas cotorritas y cuidarlas bien hasta que crezcan. ¿Que usted cree?”

-- “Suena bonito pero a ese paso de caracol con artritis no van a conseguir un aumento en la cantidad de cotorras a corto plazo. Yo creo que deben seguir el ejemplo de las iguanas. Nosotras ponemos hasta 70 huevos al año. Los ponemos en una cuevita que excavamos para que el calor del suelo los caliente, pero una vez nacen las iguanitas son casi independientes. Ya su instinto iguanístico les dice cómo comer, cómo esconderse y cómo defenderse.”

-- “Diantre, eso de poner 70 huevos al año suena bien agotador. Pero si hay que hacerlo por conservar la especie, pues habrá que hacer los ajustes con nuestra pareja permanente.”

-- “¿Nuestra qué?” reaccionó sorprendido Don Iguana.

-- “Nuestra pareja permanente. Nosotras las cotorras somos monógamas, tenemos la misma pareja a lo largo de los años.”

-- “¡Otra cosa que deben aprender las cotorras de las iguanas! Cuando llega el momento de aparease, nos vamos con la iguana que aparezca. Yo no voy a buscar la iguana del año pasado, eso es historia antigua. No han oído la canción ‘ya lo pasado es pasado, no me interesa’ del cantante José José?”

-- “No, yo no soy de esa época ochentosa pero cogí el mensaje. Para imitar el éxito de las iguanas en Puerto Rico a los mejor las cotorras vamos a tener que buscarnos “una cosita por el lado”, como dicen por ahí...”

Don Iguana se levanto apresuradamente, como si hubiera escuchado un ruido inesperado.

-- “Oiga, no hemos terminado la consulta. ¿A dónde va?,” preguntó la cotorra líder.

-- “Lamento no poder quedarme, pero es que el que haya muchas iguanas tiene sus problemas. Estoy un poco paranoico porque a algún empresario se le ocurrío la terrible idea de imitar a otros países y matar iguanas para consumo humano. He oído que hasta de relleno de empanadilla y fricasé han terminado algunas primas.”

Don Iguana se puso serio y se acercó a la cotorra líder. “Yo vine a la reunión y les dí consejos, pero necesito un favor de las cotorras de la Asociación de Cotorras Casi-Extintas.”

-- “Sí, lo que sea ¿Cuál es el favor?”

-- “Necesito que rieguen el chisme de que las iguanas NO sabemos a pollo. Usen Twitter y Facebook. Llamen hasta a La Comay. Digan que sabemos a algarroba o guanábana podrida, lo que sea. ¡Yo no quiero terminar dentro de un caldero!”

7. La Biblioteca Pre-escolar




http://www.storyplace.org/sp/preschool/activities/5hungrycrocs.asp